Un remolino de expectación se abatió ayer sobre la Pista 16 del All England. Rafael Nadal se entrenaba con Mitchell Krueger, un jovencito americano de Aledo, Texas. Un Nadal restallante de buenas sensaciones jugó al fútbol-tenis y firmó decenas de autógrafos.
Los guardias de seguridad tuvieron que despejar el campo ante los ojos asombrados de Krueger y su entrenador, Dave Licker. A su vez, Toni Nadal también se vio metido en otro remolino, pero de prensa inglesa, ansiosa. No era para menos
En el segundo turno de la Centre Court, hacia las 17:00 horas de hoy, tras Djokovic-Berdych, Nadal asalta lo que hubiera sido cosa de locos para un tenista español, hasta hace cinco años: su cuarta final de Wimbledon. El asalto de Nadal suena a revival de la Armada Invencible: si Nadal bate al escocés Andy Murray y le aparta de la final de mañana, dejará en pie la maldición que aparta del trono de Wimbledon a un campeón masculino británico: desde 1936. Eso, cuando, la próxima semana, el Reino Unido se juega el descenso a la Tercera División de la Copa Davis: ante Turquía y sin Murray.
"Murray lleva tiempo siendo muy bueno. Está preparado para ganar un Grand Slam. Espero que no sea éste. En Australia, cuando me retiré ante él, yo estaba jugando bien, pero ahora tengo la confianza que dan los títulos", razona Nadal. Duelo en la pelada Centre Court: Nadal Parera, contra Murray y el Reino Unido. A verlo.
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