martes, 20 de julio de 2010

Los abuelos y los niños: un encuentro enriquecedor


El nacimiento de un bebé transforma completamente el día a día de un hogar. A los compromisos y responsabilidades ya existentes, se suman otras muy distintas: la de educar al pequeño de la casa, y acompañar su desarrollo y crecimiento. Los placeres de tener un bebé son muchos, pero no se puede ignorar que el trabajo aumenta. En muchas familias, conciliar trabajo, casa, e hijos, es una tarea que requiere mucha habilidad y, en muchos casos, algunos sacrificios. La llegada de un bebé no solo altera la vida de los padres, sino también la de muchos abuelos. Poder contar con ellos es un recurso muy valioso.

La presencia de los abuelos es un consuelo y un desahogo para muchas familias. Los cambios que provocan el nacimiento del bebé les afectan menos que a los padres, y sus obligaciones están en un plan secundario, dependientes del "mando" de los padres del bebé, y de la disponibilidad que tengan para compartir los cuidados, el afecto, y el tiempo del bebé con sus consuegros.

Los abuelos pueden proporcionar una asistencia práctica, apoyo, y una cadena de consejos útiles para cuidar al bebé. El encuentro de los abuelos con sus nietos es siempre muy enriquecedor para ambos lados. A muchos niños les encantan estar con sus abuelos por diferentes y variadas razones. Algunos porque al lado de los abuelos no existen tantas órdenes ni obligaciones. Otros porque pueden hacen cosas distintas con ellos, como preparar galletas juntos, comer dulces, dar paseos, ir al parque, y realizar una infinidad de actividades que hacen con que ellos se sientan más libres.

Algunos nietos ven a sus abuelos como un amigo, una especie de guía, como divertidos, cariñosos, mimosos y que les gusta estar con ellos. Pero, claro, todo depende de la forma de ser de los abuelos. Hay también los que apenas envejecen y continúan tratando a los más pequeños de una manera muy autoritaria y demasiado exigente.

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